Anne Coleman Ladd, la reconstructora de caras
Durante la I Guerra Mundial, la escultora norteamericana Anna Coleman Ladd hizo máscaras para que los soldados que habían perdido el rostro lo recuperaran.

Frente a esa creencia mayoritaria, que tan profundo arraigo tiene en nuestra sociedad, no se autorretrata quien quiere, sino quien puede. Se pongan como se pongan, por injusto que resulte, solo puede reflejar su rostro en un lienzo el que tiene uno –rostro y lienzo, de los dos–. No importa si dura o si blanda, pero el autorretratado necesita una cara donde reflejar su alma. Un semblante que ha de proteger con esmero, pues cuando a uno le parten la jeta, le parten con ella el alma y, lo que es peor, le arruinan los futuros autorretratos.
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