Un cuarto de maravillas, una habitación sonora donde recogemos los objetos raros y fascinantes que vamos encontrando en nuestro transitar por la vida. Esos hechos extraños y sorprendentes que nos enseñan que la realidad no tiene por qué estar siempre tan segura de si misma, que hay otras formas de verla y de interpretarla. Una colección que nos hace pensar que, del mismo modo que las cosas funcionan así, todo podría funcionar de otra manera.
En 1964, el trompetista Dizzy Gillespie, uno de los inventores del bebop, hizo campaña, dentro de la lucha por los derechos civiles, para presentarse a la presidencia de los Estados Unidos. Miles Davis, Max Roach y Louis Armstrong formaban parte del gobierno que proponía.
El músico y teórico Arseny Avraamov convirtió toda la ciudad de Baku en una orquesta sinfónica para cantar el cuarto cumpleaños de la revolución soviética.
Arseny Avraamov dirige con bengalas la interpretación de la Sinfonía de las sirenas de Baku
Al contrario que el resto de los mortales, Arseny Avraamov, hombre, músico y teórico que había reflexionado mucho sobre ello, consideraba que Johann Sebastian Bach no era el padre de la música, si no, por el contrario, el principal asesino de ella. El maestro de Eisenach era, efectivamente, «el padre original de la armonía», lo había dicho Beethoven, y ni el díscolo Avraamov tenía bemoles para enfrentarse al dueño del retrato que ilustra la palabra genio en cualquier diccionario que se precie. Pero en el pecado está la penitencia, y al tiempo en que Bach sentaba con maestría las bases de la armonía de la música europea –incluso alguien diría de la música humana–, el autor de El clave bien temperado mataba, con destreza y autoridad, la posibilidad de la existencia para todas las armonías diferentes a la que Bach convirtió en única e irreemplazable. Sigue leyendo «El porvenir está en los ruidos»→